Un posible beneficio derivado de las mejoras en la eficiencia es una reducción en la cantidad de calderas que los operadores necesitarán para mantenerse en línea en modo de espera en caliente con tiempos de encendido reducidos para manejar cualquier aumento de la demanda. Las calderas flash, que pueden alcanzar su capacidad máxima en pocos minutos, son preferibles a las calderas de reserva. Los operadores deben usar controles programables de secuencia de las calderas (principal/secundarias) para establecer las etapas de encendido solo en aquellas calderas que se requieren para igualar y anticipar una carga determinada.
Debe tenerse en cuenta también que las purgas frecuentes de corta duración (de 10 a 20 segundos cada una) son más efectivas para eliminar el lodo que las purgas ocasionales de mayor duración.
Por el lado del mantenimiento, la reparación y el reemplazo de las trampas de vapor son esenciales para eliminar las costosas ineficiencias del sistema. Los operadores deben realizar estos procedimientos en las trampas al menos dos veces al año, combinando métodos visuales, de temperatura y de ultrasonido. El período de recuperación del mantenimiento de las trampas de vapor generalmente se mide en meses, no en años.
Los gerentes de planta también deben asegurarse de que los operadores instalen y mantengan el aislamiento adecuado en las calderas, los equipos auxiliares y las tuberías.
Tales reparaciones suelen ser de bajo costo y tienden a generar un retorno financiero relativamente rápido. El aislamiento adecuado de una caldera mantendrá las pérdidas entre el 0.3 % y el 0.5 % de su energía, lo que ocurre cuando la caldera está en funcionamiento o en modo de espera.
Por otro lado, los gerentes de planta también pueden considerar especificar e instalar algunas opciones de recuperación de calor para reducir el uso de energía:
Una puede ser recuperación de calor de purga de superficie de caldera cuando se justifique en base al payback.
Otra muy viable es la recuperación de calor de gases de combustión: condensando el calor recuperado en los gases de escape mediante un economizador de chimenea para calentar el agua de alimentación. Esto cuando esté justificado en función de la recuperación o payback.